Y mil ciento un dietas.
Dietas sin realizar.
Dietas que mi grasa resiente.
Dietas que "llegaron despeinadas y descalzas a ninguna parte", como diría el chico de las estrellas. Si tuviera problemas con su peso, claro.
Un millón
Dos millones.
Tres billones.
Y un sin fin de ideas que cruzan por mi cabeza de lo que pasaría si fuera delgada.
¿Cómo se sentirán las clavículas? Hace más de dos años que nos las siento al final de mi cuello ¿Se habrán ido de viaje? Quizás las donas con helado de vainilla y las galletas de oreo con mantequilla de maní a la media noche, les compraron el pasaje.
¿Huesos de las caderas? ¿Es eso jodidamente posible? "No, quizás mi constitución no me lo permita"
Hasta un niño de cinco años sabría que era pura mierda, que cuando uno quiere, lo puede.
Pero yo no.
No podía.
Y al final
No pude.
Al final solo fueron calorías vacías y horas que se hicieron tardes, tardes que se hicieron noches y noches que se hicieron días con depresión. Frente a la computadora. Engordando como si fuera a ser el próximo cerdo a sacrificar para la maldita cena navideña a fin de año.
Mama, ¿existen hechizos para adelgazar? El cielo ah decidido que no es un problema importante si aún no peso 45 kilos. ¡Y alguien ah cortado el cable!
Oh Madre, ya no se escuchan plegarias ni en las bocas de los vagabundos.
Ya nadie escucha. Tú tampoco lo haces.
Ella tampoco.
Ella tampoco lo hace.
-C.S.C
-C.S.C
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